COMENTARIO: Las historias del secuestro en Colombia han sido contadas
de muchas formas, pero pocas veces a través de la
pintura. La experiencia de 6 años y 4 meses en cautiverio
de Consuelo González de Perdomo fue plasmada en 19
oleos del pintor colombiano Mario Ayerbe. La obra fue
recopilada por Marcelino Triana en el libro “De la Sombra
a la Luz” premiado en la catorceava edición de la versión
latina de los premios International Book Awards 2012. Al
ganar en la categoría Mejor Diseño de Portada y mención
de honor como Mejor Libro de Arte, fue reconocido el
trabajo de el pintor Mario Ayerbe quien es conocido en el
mundo del arte Neoyorkino por su exhibición durante los
30 años de Bloomingadales, y el escritor Fernando Soto
Aparicio cuyos textos acompañan cada ilustración.”
Consulado General Central de Colombia en Nueva York.
7 de Junio de 2012 .
“Hoy les voy a hablar de una joya, de una joya literaria y
una joya pictórica y una joya dramática, terrible,
angustiosa, es algo contradictorio, pero es así. Es un libro
de Mario Ayerbe de Pitalito, que pintó 19 lienzos
maravillosos,… y Fernando Soto escribe unos textos
bellísimos y si alguien quiere saber lo que siente un
secuestrado tiene que leer esto, es una maravilla como
escribe, de verdad esto es una joya …”
Salud Hernández Programa “Versión Libre” Canal
Capital.
“Mario Ayerbe es de los que buscan y explotan el grasmo
o trazo gestual de corte expresionista que es, a la pintura,
lo que la caligrafía resulta ser al texto escrito a mano. El
grasmo revela la personalidad y el temperamento de un
pintor, su sensibilidad, su nervio. Si abordamos estos
cuadros desde sus grafías, el paisaje cerrado y en
principio monótono se revela dinámico y vivo. Podemos
comprenderlo al recorrer el follaje en cada paisaje, ya
que salta a la vista desde el primero hasta el último plano
el gusto por la pincelada suelta que el artista individualiza
gracias a su buen sentido del color, pero sobre todo del
tono justo y la línea de recorrido impredecible pero rme.”
Álvaro Medina Nota crítica:
“…saben que las alimañas no son las que llenan los
tremedales de la selva, sino esos sicarios de miradas tan
frías como los cañones; unas miradas que disparan la
muerte con la pólvora fratricida de una revolución en la
que ya no cree nadie…”
De la sombra a la Luz (pág. 22).
“Y en la mañana el mismo mal encarado volvió a sus
discursos, y explicó que si reclutaban los niños de diez años
en adelante y les daban un fusil y les enseñaban a odiar y
a sembrar coca, era para educarlos con el n de que, al
crecer, construyeran un mundo más equilibrado
y más justo…”