Es uno de los poetas claves de la poesía peruana contemporánea, y una de las voces más influyentes en la poesía hispanoamericana actual. Estudió Letras y Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, y obtuvo su maestría en literatura comparada en la Universidad de California, y el doctorado en Filosofía y Letras (PhD) en Washington University, Estados Unidos. Es catedrático de literaturas hispánicas en la Universidad de Hofstra, Nueva York. Entre sus libros de poemas figuran: Hoy día es otro mundo (Granada: Valparaíso, 2015), La ventana y once poemas (México: Cuadrivio, 2014), La lluvia siempre sube (Buenos Aires: Melón Editores, 2012), Fragmentos de una manzana y otros poemas (Sevilla: Sibila- Fundación BBVA, 2011), Ensayo sobre la rosa. Poesía selecta 1983-2008 (Lima: Universidad San Martin de Porres, 2010), Los canales de piedra. Antología mínima (Valencia, Venezuela: Universidad de Carabobo, 2008), Un pino me habla de la lluvia (Lima: El Nocedal, 2007), Iguana (Lima: FCE, 2006), Los muslos sobre la grama (Buenos Aires: La Bohemia, 2005), Cuervos (México: Lunarena- Universidad de Puebla, 2003), El cielo que me escribe (México: El Tucán de Virginia, 2002), Lumbre de la letra (Lima: El Santo Oficio, 1997), Escribir bajo el polvo (Lima: El Santo Oficio, 2000), Brookings Hall (Barcelona: Café Central, 1994), Poemas para violín y orquesta (México: Premia Editora, 1991), e Imágenes los juegos (Lima: I.N.C., 1987). Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués, árabe y ruso.
PORTADA
CONTRA-PORTADA
COMENTARIO: El lector tiene entre manos una selección de lo más representativo de la producción de las últimas dos décadas del poeta peruano Miguel Ángel Zapata. Para presentar a este escritor no conviene acudir a relatos generacionales, de grupos, movimientos o países. Leyendo a Zapata se comprende pronto que su escritura apuesta por crear un universo literario atado, sobre todo, a su propia singularidad. ¿Pero en qué consiste dicha particularidad? Hay en la poesía de Zapata una forma enigmática y puede decirse incluso que una pulsión de extrañeza anima el centro de su escritura. Dicha extrañeza no radica en los temas de sus textos, atentos casi siempre a desplegar el destello de las cosas aparentemente simples de la cotidianidad; se trata más bien de un tratamiento particular de la imagen poética.
Pocos poetas como el peruano laboran tan claramente por eludir imaginarios convencionales: no reina aquí el adjetivo esperado o la lógica prevista; no obstante lejos estamos también de un tipo de escritura hermética o de artificio experimental. La virtud que hace a la poesía de Zapata sencilla y compleja al mismo tiempo es la clave simbolista en su escritura. Su poesía se afinca entre dos fuerzas aparentemente opuestas, por una parte: la voluntad de separación que tiene su imagen poética que echa raíz en sí misma y es su principio y su génesis clara. Por otra, está el movimiento de retorno, el que conecta al poeta con una tradición, en este caso particular la de la lírica moderna y el simbolismo de Charles Baudelaire.
Andrea Cote
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